El Sol y la Luna, una pareja inseparable
de la Tierra
¤Ó¶§»P¤ë«G¡A¦a²y¤£¥i¤ÀÂ÷ªº·fÀÉ
La
forma de entender las relaciones entre estos tres astros, el Sol, la Luna y la
Tierra, ha deambulado a lo largo de la historia desde las intimidades mitológicas
de la Antigüedad hasta las actuales hipótesis científicas de
los astrónomos, pasando por las elucubraciones antropológicas de Lévi-Strauss
o literarias de Robert Graves. Los tres astros en el pasado fueron dioses y hoy
sólo son cuerpos celestes que habitan en una galaxia del universo.
¤Ó¶§¡B¤ë«G¤Î¦a²y³o¤TÁû¤ÑÅé¶¡Ãö«Yªº±´¯Á¡A±q¥j¥N¯«¸Ü¤º¦b¡A¸g¹L¥vªû¦b¤HÃþ¾Ç¤è±©Î¸¯¹p¤Ò¦b¤å¾Ç¤è±W¤ßÆp¬ãªº¦¨ªG¡A¨ì²{¤µ¤Ñ¤å¾Ç®aªº¬ì¾Ç°²³]¡A¤w¦³¤@¬q¾ú¥v¡C³o¤TÁû¤ÑÅé¦b¹L¥h¬O¯«¬é¡A¦Ó¦p¤µ¥u¬O®y¸¨©ó¦t©z¤@¬P¨tªº¤ÑÅé¡C
En
las primitivas culturas de hace miles de años fueron la estrella y el satélite
terrestre los que adquirieron un rol preponderante, "montados en barcas y
carros tirados por caballos, iban correteando por el cielo para limpiarlo de
sombras y oscuridad a la vez que encendían la vida terrestre". De ahí
que muchas creencias ancestrales emparentaran al Sol y la Luna, pues, aun siendo
tan dispares, compartían la facultad de encarnar la luz y la fertilidad,
si bien sus relaciones variaban según los lugares y la forma de
simbolizar a los dioses. El culto al Sol y a la diosa Luna muestra
disconformidad en la bondad de sus personalidades.
¤Ó¶§¤Î¤ë«G¦b´X¤d¦~«eªºì©l¤å¤Æ¤¤§êºtµÛ³Ì¦³¥÷¶qªº¨¤¦â¡A¥¦Ì¼²î¤Î°¨¨®¡A©b¹£©ó¤ÑªÅ¡A²M°£¤F©]¦â¤Î¶Â·t¡A¦P®É·Ó«G¦a²yªº¥Í©R¡C¥Ñ¦¹¡A³\¦h¥j¦Ñªº«H¥õ»P¤Ó¶§¤Î¤ë«G¦³Ãö¡AÁöµM¥¦Ì¬O¦p¦¹ªº¤£¦P¡A¦ý¦@¦P¨ã¦³¥Nªí¥ú©ú¤Î¤ÎªÎ¨Uªº¯à¤O¡AÁöµM¥¦ÌªºÃö«Y¨Ì¦a¤è¤Î¶H¼x¯«¬éªº§Î¦¡¦³©Ò¤£¦P¡C¹ï¤Ó¶§¤Î¤ë«G¤k¯«ªº±R«ô¦]¨ä¯S©Ê¦Ó¦³©Ò¤£¦P¡C
El
Sol fue el símbolo de la Justicia para las civilizaciones mesopotámicas.
En la estela en que se grabó el Código de Hammurabi, uno de los más
antiguos de la historia, aparece el rey babilonio frente al dios solar, Shamash,
que le está dando un bastón y un anillo que simbolizan el poder de
administrar justicia. A Nanna, el dios lunar de la religión sumeria, más
tarde llamado Sin, se le erigió su gran zigurat en la ciudad de Ur.
¹ï¬ü¯Á¥¬¹F¦Ì¨È¤å©ú¨Ó»¡¡A¤Ó¶§¬O¥¿¸qªº¶H¼x¡C¦b¨èµÛ¥v¤W³Ì¥j¦Ñªk¨å¤§¤@ªºº~¼¯©Ô¤ñªk¨åªº¥Û¸O¤WÅã¥ÜµÛ¤Ó¶§¯«®Lº¿§Æ¥¿µ¹¤©¤Ú¤ñÛ°ê¤ý¶H¼xºÞ²z¥¿¸qÅv¤OªºÅv§ú¤Î§Ù«ü¡C¦Ó¦bĬ¬üº¸¤å©ú©v±Ð¸Ì¬°¤ë«G¤§¯«ªº«n®R¡A«áºÙ¬°¨¯¡A¤H̦b¯Qº¸«°´À¥¦«Ø¥ß¶¯°¶ªº³q¤Ñ¶ð¡C
Otra
de las primeras civilizaciones que establecieron un estatus sobresaliente para
el astro solar fue la del Imperio Antiguo de Egipto, donde los faraones eran
llamados hijos de Ra, el dios Sol, para legitimar el gobierno que ostentaban y
aumentar su prestigio. El Sol fue el símbolo del Poder y se representó
en la mitología egipcia como un escarabajo, aunque, en su aspecto de
disco solar, se le cambió el nombre dependiendo de si salía (Khefri),
llegaba a su cenit (Ra) o se ponía (Atón). También fue
Horus, el dios de la luz con cabeza de halcón que más tarde fue
identificado con el dios Sol griego Apolo. Mientras, la Luna, unas veces era
venerada como si se tratara del ojo del cielo e imaginada con esa forma, y otras
representada con cabeza de perro a imagen del dios Tot.
¥j®J¤Î«Ò°ê¬O¥t¤@¬°¤Ó¶§¾ð¥ß±R°ª¦a¦ìªº¦´Á¤å©ú¤§¤@¡C¦b®J¤Î¡Aªk¦Ñ³QºÙ¬°¤Ó¶§¯«¡u©Ô¡v¤§¤l¡AÂÇ¥H±Nªk¦Ñ̩Ҫv²zªº¬F©²¦Xªk¤Æ¨Ã¼W¥[¥L̪º«Â±æ¡C¤Ó¶§¬OÅv¤Oªº¶H¼x¡A¦b®J¤Î¯«¸ÜùØ¥NªíãÖ½¸¡AÁöµM¦b¤é½ü¤è±¡A¨Ì¨ä¤W¤É¡B¨ì³»ÂI©Î¤U°¤À§O¦³³Í¤Ò¨½¡B©Ô¡Bªü³qµ¥¤£¦Pªº¦WºÙ¡C¦P®É¤]¬O¦³µÛÂyÆNÀYªº¥ú¤§¯«ÀN°Ç´µ¡A«á¨Ó³Qµø¬°¬O§ÆÃ¾ªüªiù¤Ó¶§¯«¡C¤ë«G¦³®É¥H¤Ñ¤§²´ªº§Î¦¡³Q´L·q»P·Q¹³¡A¦³®É«h¥H¦³µÛª¯ÀYªº¶ð¯S¯«¤§§Î¶H§e²{¡C